CAMINAMOS
PENSANDO en el nombre
en su obrar sigiloso
el lento proceder de
una palabra.
Lo que heredé de mi
madre y lo que ella de la suya heredó:
un nombre endurecido
por el tiempo
la etiqueta que la
carne tolera.
El rastro que en
nosotras se abandona
los cuerpos reposan
en su quietud imaginaria
de mi madre me
separa un muro
a través de él la
escucho quejarse
su desvelo me
sostiene.
Huye la imagen y con
ella el invierno
–las estaciones
cavan la ausencia–
resguardo una
escena, circula adentro el trazo que la borra.
Si pudiese escribir
sobre un recuerdo cualquiera
que en el trayecto
se resistiera a la inmovilidad
la letra un puñado
de plumas que sepultadas pretenden.
Esta lejanía
atesora un cadáver.
Las manos de mi
abuela trenzaron un pasado distinto al de las fotografías
avizoro una cierta
cadencia en el reloj oprimiendo su muñeca
el pelo terso, su
canosidad embrutecida por el limón
la enagua acaso, los
objetos –pensamos–
mientras mi madre
clasifica vestidos que nadie volverá a usar.
Lo que alguna vez
cubrió un cuerpo ahora lo descubre
inservible y
desposeído de sus partes.
Desmantelo la casa
me ovillo entonces
por el contacto con
la muerte replegarse hacia la infancia
retroceder
protejo retazos
zurzo
donde la tela cede y
oscurece la memoria
aprieto la mano.
Restituir la
herencia de un nombre
con otro que recubre
el espacio que el primero desdeñó
un origen fraguado
apenas
reconocerse tal vez
en el olvido ajeno
las palabras flotan
y rajan.
Estrechas salas de
estar amontono:
esquinado el patio
de hibiscus, mi madre anudando tallos
rudimentarias
estrategias para encauzar un árbol aún minúsculo
yo amarro también,
por imitación o desgano:
una cierta tendencia
al orden
o la fe heredada en
los métodos.
Simultáneos nudos
poblando el paisaje
caracoles quebrados
en el trayecto involuntario de un niño
breves muertes en mi
pequeño pie resuenan.
El pulso empuja
hacia el interior, redimo lo impreciso
que me habita cuando
intento alcanzar
la huella de mi pie
su absurda rebeldía
al arquearse hacia adentro
las plantillas que
intentaron refrenarlo
(un cuerpo
manifiesta su diferencia).
Los zapatos de mi
abuela deformados
sus dedos
martilleando la gamuza
la gruesa cicatriz
vertical que cruza el empeine de mi madre
y quiebra el ángulo
de la pierna.
Las diferencias nos
hicieron el nombre.
En el patio un árbol
atado a otro mayor simula perfección
me sobrepongo un
vestido que nadie volverá a usar
ella dobla y
clasifica prendas aún tibias
que en cajas
preservarán su color.
Lo que una vez
cobijó y que ahora la carne despoja.
Enmiendo mi nombre,
me reanudo.
CAMINHAMOS
PENSANDO no nome
na
sua operação sigilosa
o
lento processo de uma palavra.
O
que herdei da minha mãe e o que ela herdou da sua :
um
nome endurecido pelo tempo
a
etiqueta que a carne tolera.
O
rasto que em nós se abandona
os
corpos repousam na sua quietude imaginária
da
minha mãe separa-me uma parede
através
da qual a oiço queixar-se
o
seu desvelo me sustém.
Foge
a imagem e com ela o inverno
- as
estações cavam a ausência -
Preservo
uma cena, circula por dentro o traço que a apaga.
Se
pudesse escrever sobre uma recordação qualquer
que
no trajeto resistisse à imobilidade
a
letra um punhado de penas que sepultadas pretendem.
Esta
lonjura aprecia um cadáver.
As
mãos da minha avó entrelaçaram um passado diferente das
fotografias
entrevejo
uma certa cadência no relógio oprimindo o seu pulso
o
cabelo macio, o seu grisalho embrutecido pelo limão
a
combinação porventura, os objetos – pensamos -
enquanto
a minha mãe classifica vestes que ninguém voltará a usar.
Aquilo
que certa vez cobriu o corpo, descobre-o agora
inútil
e despossuído das suas partes.
Desmantelo
a casa
enovelo-me
então
pelo
contacto com a morte recuar até à infância
retroceder
protejo
retalhos
zurzo
onde
o tecido cede e obscurece a memória
aperto
a mão.
Restituir
a herança de um nome
com
outro que preenche o espaço que o primeiro desdenhou
uma
origem forjada apenas
reconhecer-se
talvez
no
esquecimento alheio
as
palavras descolam e racham.
Estreitas
salas de estar amontoado:
dobrado
o pátio de hibiscos, a minha mãe amarrando talos
rudimentares
estratégias para encaminhar uma árvore ainda min+uscula
eu
amarro também, por imitação ou desalento :
uma
certa tendência para a ordem
ou a
fé herdada nos métodos.
Simultâneos
nós povoando a paisagem
caracóis
quebrados no trajeto involuntário de uma criança
breves
mortes no meu pequeno pé ressoam.
A
pulsação empurra para o interior, redimo o impreciso
que
me habita quando tento alcançar
a
marca do meu pé
a
sua absurda rebeldia em arquear-se para dentro
as
palmilhas que o tentaram refrear
(um
corpo manifesta a sua diferença).
Os
sapatos da minha avó deformados
os
seus dedos martelando a camurça
a
espessa cicatriz vertical que cruza o peito do pé da minha mãe
e
quebra o ângulo da perna.
As
diferenças fizeram-nos o nome.
No
pátio uma árvore atada a outra maior simula perfeição
sobreponho
em mim um vestido que ninguém voltará a usar.
ela
dobra e classifica peças ainda quentes
que
nas caixas preservaram a sua cor.
O
que uma vez cobiçou e que agora a carne despoja
Emendo
o meu nome, recomeço-me.